Fimosis: la historia de Pablo

Desde hace algún tiempo, Pablo tiene un problema molesto en el pene: su prepucio está colorado e hinchado. No es la primera vez que le ocurre, sin embargo, en el pasado el problema se resolvió en unos pocos días a través de una higiene meticulosa y mucha paciencia.

Esta vez no. De hecho, la apertura del prepucio comienza a encogerse y a espesar tanto que hace que la liberación del glande sea muy difícil. Además, con esta situación, incluso las prácticas más normales de higiene se vuelven molestas y dolorosas.

Después de unos días, Pablo decide consultar a su médico de familia, que identifica el problema con una infección llamada balanopostitis. Entonces le prescribe una pomada antibiótica y le aconseja que haga un «ejercicio» que consiste en deslizar el prepucio por el glande, teniendo cuidado de no forzar demasiado el movimiento.

Esto, efectivamente, resuelve inmediatamente la infección pero, por desgracia, no la incómoda restricción del prepucio: incluso con el «ejercicio» prescrito por el médico, Pablo no es capaz de destapar el glande. Cualquier intento de hacerlo es doloroso e ineficaz.

Incluso los momentos íntimos con su pareja se vuelven difíciles y embarazosos: el dolor intenso le obliga a menudo a interrumpir la relación. Para agravar la situación, ahora se encuentra pequeños cortes verticales alrededor del prepucio.

Diagnóstico

Decide consultar a un especialista, pero las noticias que recibe no son buenas: el médico le confirma la validez de la terapia seguida hasta entonces y le informa de que, como sucede a menudo, su balanopostitis se convirtió en fimosis, provocando la formación del típico anillo cicatrizal inelástico del prepucio. La única solución para resolver el problema, según el médico, es una simple cirugía de circuncisión.

«Será simple para usted» – piensa Pablo para sí mismo: le cuesta asumir la idea del bisturí y de sufrir una amputación en su aparato genital. Pablo se toma un tiempo y, mientras tanto, trata de entender mejor su problema informándose a través de Internet. Los primeros resultados lo desaniman: parece que la única forma de resolver una fimosis es la circuncisión.

— Es en este momento cuando Phimostop surge como alternativa para curar la fimosis —

Una alternativa para el tratamiento de fimosis

Sin embargo, un día, durante una de sus búsquedas, encuentra un sitio que presenta un nuevo producto patentado que resuelve la fimosis y evita la intervención quirúrgica: «Phimostop: stop al bisturí. A partir de hoy, la fimosis se cura sin circuncisión».

Leyendo atentamente la información, parece que este es un sistema natural, no doloroso y bastante rápido. Además, buenas noticias, también es económico en relación con la operación de circuncisión.

Al principio duda – es la primera vez que oye hablar de un modo para evitar la circuncisión – pero después se convence: se trata de un método patentado recientemente, comercializado desde hace 8 años, con premios internacionales y validado por el Ministerio de Salud. La idea de evitar la circuncisión es realmente tentadora. Vale la pena probar.

Pablo decide pedir el producto directamente en línea. Pocos días después, Phimostop llega a su casa y enseguida empieza el tratamiento.

Diez días después, Pablo está curado. La fimosis ha desaparecido y el prepucio cuenta otra vez con la funcionalidad total anterior a la balanopostitis: la micción, la higiene y las relaciones sexuales ya no son un problema.